sábado, 30 de julio de 2016

ES RAJOY RICARDO III ?

La obra de Shakepeare se representó La Cava
Hace un tiempo encontraron en el subsuelo de un aparcamiento el esqueleto de Ricardo III de Inglaterra, protagonista de la obra con la que el director Eduardo Vasco y la compañía Noviembre Teatro prácticamente llenaron el viernes la apacible noche que transcurrió en el escenario de La Cava del Festival de Olite.
            A pesar de padecer una escoliosis endiablada, como retratan sus huesos, los expertos aseguran ahora que el rey era un hombre activo y no jorobado, al revés de como lo pinta Shakespeare en su obra y con magisterio encarnó Arturo Querejeta.
             El “abyecto” Ricardo III (1452 -1485) es por obra del bardo uno de los monarcas de peor recuerdo. Sanguinario, embebido en poder y dispuesto a vender todo por salvar su cabeza, hasta su reino “por un caballo”. Asesino de aquel que le hacía mínima sombra para ceñirse la corona, en la Torre de Londres todavía hay una habitación que recuerda a sus dos jóvenes sobrinos desparecidos misteriosamente.      Ricardo fue el último York, su derrota y muerte en la batalla de Bosworth puso el fin a la saga y es uno de los momentos culminantes de la obra, tras el que los espectadores resuellan y meditan con el esplendor del castillo de Olite de fondo...
            La soberbia excesiva de quien, por encima de todo, cree que el mundo gira entorno a él planea en la obra versionada por Yolanda Pallín y recuerda tanto al momento de hace 600 años como al actual, en el que el enrocamiento del juego político tanto tiene que ver con la figura única de un presidente en funciones que, si perdiera su pequeño reino, desempantanaría un situación endiablada, que no tiene que depender del ego del Ricardo III de turno y de su retorcida figura.
            Los ricos matices del teatro de Shakespeare inducen, sin duda, a la reflexión sobre la embrollada condición humana, y es un acierto de la obra. La función de Olite, no obstante, resultó en momentos compleja, poco clara, más si el espectador se sienta esquinado en un lateral de la grada desde el que no se aprecia con comodidad el transcurrir de una de las mejores noches del festival que llega al ecuador y debiera, también, cuidan mejor estas apreciaciones tangenciales.