El día después de una batalla debe ser algo parecido. Se te encoge el corazón al ver en cada esquina una montaña de muebles, de electrodomésticos, de coches... Todos arruinados, apilados y mezclados en barro. También hay fotos antiguas, juguetes, una muñeca sin cabeza ... recuerdos de una vida, en la basura. Hay vecinos que ya no tienen ni cama y lloran ... Parece que han perdido todo y, no lo saben aún, han ganado más de lo que piensan. También el resto de ciudadanos de Olite/Erriberri.
Impresiona pasar por el barrio de “Venecia”, la calle Ujué, el “Chino” o la Feria y ver tanta solidaridad. Gente muy joven, pero también mediana y madura, que trabaja a destajo para volver a la normalidad a la que dio un revolcón el lunes una tormenta histórica que dejó 100 litros de agua maldita en menos de cuatro horas, que volvió loco a un discreto río Cidacos que como hace 76 años se tragó casas e inundó hasta el convento de los franciscanos, una historia que ya me había contado una y mil veces mi padre y ahora revivo, sin incredulidad, en propia carne. Escribí algo de ello hace once años en “El rescate de el Pelayo” (click)
Pero ahora cierro los ojos y veo mi propia historia, mis propios héroes anónimos, si se puede decir así del momento crítico que los olitenses vivimos este 8 de julio de 2019 y que según la estadística particular del Cidacos no se volverá a dar en otros 80 años. Y veo, y recuerdo ... (Ver más)