domingo, 12 de abril de 2020

CUARENTENA EN LA ERMITA DE SANTA BRÍGIDA DE OLITE

Puerta del templo donde eran aislados los sospechosos
Confinarse, encerrarse o aislarse durante un tiempo, la cuarentena, ha sido ahora con el coronavirus y durante siglos con el cólera o la peste una buena práctica para cortar por lo sano la enfermedad, que en Olite se hacía a la menor sospecha con el bloqueo de las puertas de la muralla, su vigilancia día y noche y la incomunicación de sospechosos en, por ejemplo, la ermita de Santa Brígida situada a tres kilómetros en pleno monte Encinar.
        Cuando llegó la noticia de la peste de 1599 lo primero que hizo el Concejo de Olite fue pregonar a los cuatro vientos que quedaba prohibido alojar sin su permiso a los forasteros. Los mandatarios municipales hicieron hincapié en que nadie debía penetrar en el pueblo por las falsas puertas o “portillos” que se habían abierto en los últimos años en los maltrechos lienzos de la muralla, como recuerda el historiador Peio J. Monteano en“La ira de Dios. Los navarros en la Era de la Peste (1348-1723)” de la editorial Pamiela.
         Desde el mes de abril, todas las entradas a la villa estaban candadas salvo el Portal de Falces o del Carmen, custodiado por los vecinos. Los guardas tenían la prohibición expresa de no dejar pasar a viajeros de Estella y Puente la Reina, que en aquel momento eran el foco de la enfermedad.
        Monteano cuenta que los olitenses evidenciaron su tenor un mes después, cuando ante la puerta aparecieron dos personas que dijeron ser de Cintruénigo pero realmente llegaban de la ciudad del Ega. Los viajeros querían entregar ropa al hijo de uno de ellos que estudiaba en la escuela de gramática del licenciado olitense Aznar. Descubierto en engaño, los sospechosos fueron confinados en la ermita de Santa Brígida ... (Ver más)